El Púlpito de la Iglesia de la Concepción
La Iglesia de La Concepción atesora un rico patrimonio artístico, en el que destaca sobremanera el púlpito, pieza barroca tallada en maderas nobles a comienzos del s.XVIII (madera tallada de cedro y barbuzano, sin policromar, atribuido a Juan Rodríguez Bermejo hacia 1717-1729. Ubicación: en la nave central, primera columna del lado del Evangelio) y considerado como una joya insuperable en su género.
Sin embargo, el conocimiento de una obra tan importante ha sido esquivo a los investigadores durante mucho tiempo. Al principio — y así lo reconocía el historiógrafo Rodríguez Moure con dudas— se pensó que podía ser obra del tallista francés Guillermo Veraud […1725-1752], con quien, además, el propio Moure y autores posteriores han vinculado obras que ahora se valoran como trabajos del citado Rodríguez Bermejo.
Autoría del púlpito
Una paciente investigación de Santana Rodríguez concluyó que este conjunto en concreto era obra de Juan Rodríguez Bermejo, quien era conocido como «el Brujito», y que pudo ensamblarse durante los primeros años de Diego Antonio Milán al frente de la parroquia [1717-1729], coincidiendo con el remate del retablo del Niño Jesús y la sillería del coro.
La obra es un canto a las novedades litúrgicas y simbólicas en clave inmaculista, aunque, en palabras de Moure, alienta la idea de que «la Virgen María, al ser la quebrantadora de la cabeza de Luzbel, trajo al mundo la oliva de la paz, poniendo enemistad entre Satán y el hombre; misterios fundamentales de la Doctrina Evangélica por lo que justamente la Iglesia advoca a María sedes sapientia y sostenedora de la ciencia Católica».
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<< La iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Concepción de La Laguna dispone de un púlpito tallado en madera del siglo XVIII sobre el cual se han planteado varias hipótesis en cuanto a su autoría. En el presente artículo se recupera la tradición oral, actualmente perdida, que lo atribuía a una saga familiar de carpinteros locales conocidos con el apodo de los "Brujitos":
Lorenzo Santana Rodríguez: «El púlpito de los Brujitos», La Prensa-El Día, 18 de enero de 2003, pp. 1-3>>
Su composición es ciertamente original y nada mejor que las elocuentes palabras del párroco e historiador Rodríguez Moure, que tanto predicó en él, para comprender el alcance de una obra irrepetible en cuestiones de fondo y forma:
Descripción de Rodríguez Moure I
«Sobre una base polígona de piedra de caprichosos cortes y salientes, asiéntase un pie octógono de maderas de cedro y barbusano, materias primas de que el todo está formado, y en el que la gubia y los formones, como si hubieran sido agujas, esculpieron unas volutas y ramilletes colgantes de flores, que no se bordan tan finos y delicados, y tan bien distribuidos, que la vista no tropieza con obstáculos de unas partes para las otras, terminando el airoso pedestal, con la bola del mundo, la cual tiene arrollada la sierpe con la fatal manzana en la boca.
Sobre de la bola apóyase una águila real de extendidas alas, místico símbolo de la Virgen María, que en raudo vuelo ha bajado de lo alto la doctrina salvadora figurada en el ambone o copa del púlpito, y trayendo en el corvo pico el gajo de olivo, y en una de las garras la espada de fuego que arrojó a los padres del paraíso; con la otra oprime a la sierpe, cuya fuerza de presión se deja sentir por los ojos del reptil que quieren salir de sus órbitas, y está tan bien tallada y movida esta águila, figura principal en el conjunto, que su vuelo de descenso sobre del mundo no puede ser confundido con el de posarse un ave, efecto que con solo mirarlo no pasa desapercibido al más rudo espectador.
En el ambone o copa del púlpito, las volutas o ramilletes colgantes son de igual elegancia de las del pie y, si se quiere, aún tienen mayor esmero en su ejecución, dejando en los centros de los tableros lugar para unos cuadros al óleo de los Evangelistas, que con unas molduritas negras que los limitan, están pidiendo se les retire, pues en realidad lo que aquellos sitios piden son unos bajos relieves en cedro con los mismos personajes que hoy representa la pintura, cosa en que se debía de pensar como en la de una restauración de obra tan acabada.
Descripción de Rodríguez Moure II
Termina el púlpito con el tornavoz o baldaquino, en el cual resplandece como en las demás partes idea de mucha altura y ejecución inteligente. Por la columna en que el púlpito se apoya, sube el tornavoz, que arrancando del ambone elévase entre molduras de follaje y en el centro del tablero una elegante ménsula tríptica sostiene tres calaveras que sirven de base al crucifijo, terminando en dos ángeles que sostienen el pabellón, en cuyo techo el Espíritu Santo, en figura de paloma, rodeado de nubes y cabezas de serafines despide rayos que por el pilar bajan a iluminar al orador; pero todo esto tan artísticamente combinado y la nube y cabezas tan bien distribuidas, que parece que el autor se inspiró en los rompientes de gloria del San Antonio de Murillo, finalizando el pabellón con una elegante cornisa de la que pende una cenefa de borladura coronado por cartelas y floronesque con la elegante escalera, sellan y rematan obra de tantos primores»
CRÉDITOS: "La Laguna y su parroquia matriz - Estudios sobre la Iglesia de la Concepción - Juan Alejandro Lorenzo Lima" - INSTITUTO DE ESTUDIOS CANARIOS pgs. 188 - 190