Bosques bajo la niebla, bosques bajo el sol

Bosques bajo la niebla, bosques bajo el sol

Alrededor del Parque Nacional del Teide se extiende una ancha franja donde predominan los colores verde y marrón del pinar, que cubre las laderas de las montañas tanto en el norte como en el sur. Al protagonismo indiscutible del pino canario, se suma el papel secundario de arbustos más pequeños como la jara o el codeso. El pinar cuenta también con una banda sonora propia y exclusiva; si escuchas en silencio, llegará hasta tus oídos el canto de los pájaros, entre los que quizá se encuentre el pinzón azul o el pico picapinos.
Además de sus valores naturales, contemplar el pinar es también admirar una parte de la historia de Tenerife, puesto que hasta hace poco tiempo, la vida estuvo estrechamente ligada a los recursos que se extraían del monte. Desde los miradores de Ortuño, Chimague o Ayosa podrás disfrutar del pinar en su máxima expresión, tanto el de la vertiente norte, bastante denso y compartiendo territorio con otros árboles, como el de la vertiente sur, más abierto y despejado.
En los límites inferiores del pinar del norte podrás descubrir otro bosque mucho más húmedo. Allí, bajo la influencia de las frecuentes nieblas que genera el viento alisio, se oculta el monteverde. Su origen se remonta a la Era Terciaria, cuando se extendía alrededor del antiguo mar Mediterráneo. Los sucesivos cambios climáticos a lo largo de millones de años fueron mermando su superficie original y acabaron por confinarlo a los archipiélagos atlánticos de la Macaronesia. En Tenerife, envuelto por las nieblas del tiempo, sobrevive en pequeños reductos como las cumbres de Anaga, el Monte del Agua o la Ladera de Tigaiga. En ellos tienen su hogar una gran variedad de seres vivos, muchos de ellos especies únicas en el mundo. Los mejores miradores para contemplar el monteverde son los de Pico del Inglés, Cruz del Carmen, El Bailadero y La Corona.

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