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La custodia manuelina (La Orotava)

La Iglesia de la Concepción de la Villa de La Orotava atesora una admirable colección de piezas de orfebrería; entre esas alhajas destaca la custodia gótico-manuelina, la auténtica "joya de la corona" de su Museo Sacro "El Tesoro de la Concepción", una pieza de origen portugués de plata, oro, esmeraldas y topacios única en España, de principios del siglo XVI.

Esta espléndida custodia procedente de Portugal está catalogada como de estilo gótico-manuelino, un modelo en plata sobredorada salpicada de piedras preciosas como topacios o esmeraldas, fechada hacia 1520-30. En sí, la custodia supone la materialización de los postulados del último gótico que, como era de esperar, configura el ostensorio como un pequeño edificio en plata, algo usual en esos lejanos años, a base de todos los elementos presentes en la arquitectura gótica, tales como arbotantes, contrafuertes, crestería... Puede decirse, sin ningún reparo, que su artífice fue un arquitecto en platería pues llevó a esta pequeña pieza - 54,4 x 19,5 cm - los condicionantes de los edificios del gótico más internacional. El nudo astil va revestido de tracería gótica, a la que siguen pináculos y arcos floreados. Articulada en torno a un gran viril, este queda alojado en una suerte de pabellón – que oculta una representación de Cristo flagelado – flanqueado por contrafuertes y rematada por pináculos, viéndose adornada toda la superficie por los característicos motivos decorativos del Gótico. El viril es sostenido por un nudo en forma de templete gótico, el típico de esos momentos. El pie o base, obra a todas luces posterior que obedece a una reforma hecha en 1811, cuando se le añadieron al viril unas esmeraldas, muestra una línea mucho más depurada, más cercana a la linealidad y la geometría sin dejar de lado la inclusión de motivos figurativos como las cabezas de ángeles.

Esta custodia fue donada a la iglesia por María Díaz, que la obtuvo milagrosamente al precio de treinta reales, adquiriéndola tal vez de algún prisionero o mercader a cuyas manos vendría a parar procedente quizá de iglesias o buques portugueses. Se aprecia como la alhaja más relevante del tesoro.

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