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Símbolos de la Naturaleza

El Drago y el Pinzón Azul

El Drago se considera, según una ley del Gobierno de Canarias (LEY 7/1991 de símbolos de la naturaleza para las Islas Canarias), el símbolo vegetal de la isla de Tenerife, conjuntamente con el pinzón azul, como símbolo animal.

El Pinzón Azul del Teide
Pinzón Azul

El Pinzón Azul del Teide (Fringilla teydea), conocido también como pájaro azul del Teide y cumbrero, es, con toda probabilidad, el endemismo más bello y diferenciado de la avifauna canaria. Dentro de su género es la especie más grande y robusta, destacando asimismo la gran fortaleza y longitud de su pico, sin duda adaptado al tipo de alimentación: las semillas del pino canario.
El plumaje del macho es azul-plomizo, sobre el que destacan las alas cola negruzcas, así como el anillo ocular blanco; la hembra es pardo-grisácea.La raza típica de Tenerife vive y nidifica en el cinturón de pinares que rodea la zona de alta montaña (1.000 - 2.000 m).
Con 16-18 cm de longitud total, es el pinzón de mayor tamaño de los tres existentes en el mundo. Presenta un dimorfismo sexual muy marcado, de forma que el macho adulto es de color azul fuerte en el dorso y más claro en las partes ventrales, con la cola relativamente larga, un anillo ocular bastante evidente (discontinuo) y el pico robusto; la subespecie F. t. polatzeki se diferencia de la nominal (F. t. teydea) sobre todo por tener dos franjas alares blancas bien patentes, así como por el canto. La hembra es de color pardusco algo oliváceo en el dorso, que contrasta con tonalidades más claras en el vientre y con dos franjas alares, más evidentes en la subespecie polatzeki.

Se trata de un endemismo canario relegado a las islas de Tenerife (F. t. teydea) y Gran Canaria (F. t. polatzeki). Es un fiel habitante de los bosques de pino canario (Pinus canariensis), tanto de las formaciones más secas como de aquellas húmedas y de tipo mixto, con sotobosque de monteverde o fayal-brezal; en estas últimas coexiste a menudo con el pinzón vulgar (Fringilla coelebs). Altitudinalmente aparece entre los 1.000 y 2.000 m, aunque a veces se observa en cotas inferiores, sobre todo en invierno. En Tenerife el pinzón azul muestra una amplia distribución, ocupando prácticamente toda la “corona forestal” que rodea el Parque Nacional del Teide.
Muestra gran preferencia por aquellas partes del pinar donde el sotobosque se encuentra constituido fundamentalmente por escobones, siendo aquí donde sus poblaciones son más numerosas, incluso cuando el pinar es de repoblación. Parece ser que del escobón obtienen, en la época de reproducción, la mayor parte de las larvas de insectos con que ceban a sus pollos, especialmente orugas de lepidópteros.

Su dieta está compuesta sobre todo por semillas de pino (piñones) e invertebrados (principalmente lepidópteros nocturnos y coleópteros). En cuanto a la reproducción, la puesta habitual es de 2 huevos, que son depositados en un nido en forma de taza, que ubican casi siempre en un pino canario, y más raramente en otros árboles, entre 1,5 y más de 20 m de altura. La época de cría se extiende entre mediados o finales de la primavera y el verano (últimos días de mayo y principios de junio), tratándose por tanto de un nidificante tardío. En Tenerife realiza con frecuencia desplazamientos altitudinales hacia el matorral de alta montaña, por lo general en verano, siendo muy habitual observarlo en lugares donde hay agua. La subespecie típica es bastante común y no presenta serios problemas de conservación, mientras que F. t. polatzeki se considera “En peligro de extinción”, pues cuenta con efectivos muy inferiores (unos 200 ejemplares en libertad) y está sujeta a graves amenazas, tales como los incendios forestales, la fragmentación del hábitat y las molestias humanas. Por fortuna, desde hace varios años se está llevando a cabo una ingente labor de protección y conservación de estas aves, que ha cristalizado en la (re)colonización de nuevos enclaves y en la formación de un “stock” de ejemplares que son capaces de reproducirse en cautividad, de forma paralela a la restauración de su hábitat.

EL DRAGO: Descripción y Distribución
Inflorescencia y Frutos del Drago

Nombre común:  Drago
Especie: Dracaena draco (L.) L. subsp. draco
Orden: Asparagales Link
Familia: Asparagaceae Juss. (Familia Agavaceae)
Subfamilia: Nolinoideae Burnett
Tribu: Dracaeneae Dumort.
Género: Dracaena Vand. ex L.
La especie es un endemismo macaronésico en sentido amplio. Cuenta con tres subespecies, la ajgal Benabid & Cuzin endémica de Marruecos, del Anti-Atlas marroquí, recientemente descrita para la ciencia (1997), la subespecie caboverdeana Marrero-Rodr. & R.S. Almeida endémica de Cabo Verde, de aún más reciente descripción (2012), y la subespecie tipo que sería un endemismo Canario-Maderense del bosque termófilo. Esta subespecie también está presente en Azores, pero en ese archipiélago se considera introducida. En Canarias crece silvestre o asilvestrada en todas las islas menos en Lanzarote y Fuerteventura; se distribuye por El Hierro, La Palma, La Gomera, Tenerife y Gran Canaria, aunque algunos autores solo la consideran natural en las islas centrales.
Planta de porte arbóreo aunque sin leño que puede alcanzar hasta 20 m de altura, con copa densa, aparasolada, tronco de color grisáceo y ramificaciones a una cierta altura, que conforman una copa densa, flores reunidas en racimos apicales y frutos globosos, anaranjados en la madurez.
Se caracteriza por sus raíces áreas, que a veces llegan a fusionarse con el grueso y erecto tronco por su parte basal, y su ramificación dicótoma (las ramas se dividen en dos similares a partir del ápice), que solo tiene lugar tras el proceso de floración. Por tanto, los dragos sin ramificar no han alcanzado la madurez sexual, mientras que los ejemplares viejos suelen tener una copa muy ramificada, en forma de abanico.
La corteza muestra una mezcla de tonalidades rojizas, grises e incluso plateadas, y es casi lisa. Hojas ensiformes, glaucas, coriáceas, rojizas por la base, que nacen en densas rosetas en el ápice de las ramas. Inflorescencias paniculadas y terminales. Tépalos blanco-verdosos. Las hojas son simples, hasta de 60 cm de longitud, planas, afiladas, flexibles, de color verde blanquecino y con forma de espada. Aparecen agrupadas en penachos muy compactos al final del tronco o las ramas, a los que se unen a través de una especie de vaina de color anaranjado, por lo que carecen de rabillo. Durante el verano, brotan grandes inflorescencias muy ramosas y con muchas flores que atraen a las abejas por su néctar y polen. Las flores son hermafroditas, de color blanco cremoso, a veces con matices rosados. Los frutos son bayas carnosas, esféricas, hasta de 1,5 cm de diámetro y de color anaranjado al madurar. Tienen 1 o 2 semillas.
Ecología
Especie muy poco exigente en cuanto al tipo de suelo, lo que le faculta para ajardinamientos en cualquier terreno. Tiene preferencia por un clima templado, exposición soleada, suelos franco-arenosos y pH neutro. Especie preferentemente rupícola, en estado natural suele sobrevivir en lugares inaccesibles, como en andenes y repisas de escarpes y riscos verticales, pero también en laderas de cierta pendiente y en piedemontes, en el área potencial del bosque termófilo. Normalmente las poblaciones de dragos aparecen en consorcio con especies de los matorrales rupícolas.
El drago es una planta propia del bosque termófilo, aunque a veces se instala en la parte baja del monteverde y puede llegar a aparecer en asociación con el pinar; este es el caso del dragonal del Barranco de Badajoz (Tenerife). En general prefiere las zonas que reciben la influencia húmeda de los alisios y otros lugares con humedad, y se desarrolla preferentemente entre los 100 y los 700 m de altitud.
En Tenerife, sus poblaciones, generalmente reducidas y muy dispersas, se localizan casi en su totalidad en las zonas geológicas más antiguas de la isla, los macizos de Anaga, Teno y Adeje. Según los expertos, en Gran Canaria solo hay un ejemplar silvestre, en el Barranco de Pino Gordo (San Nicolás de Tolentino), y otros dos subespontáneos, en Meleguinas y el Barranco Alonso (Santa Brígida).
Etnobotánica
Usos en jardinería
El drago se cultiva ampliamente por su belleza y singularidad, así como por su adaptabilidad climática y edáfica. Se plantan ejemplares aislados o en grupo, a veces asociados a otras especies del bosque termófilo. Su uso es muy frecuente en parques, jardines, plazas, rotondas y márgenes de carreteras.
Usos generales
Se aprovecha su savia, frutos, hojas y cortezas. Tiene propiedades como antiflamatoria, antitusiva y antiulcerosa. Se utiliza como forrajera, en artesanía, para formar cuerdas, como curtiente, para tintes y corazas protectoras.
La savia de esta planta enrojece en contacto con el aire, por lo que se la conoce como ‘sangre de drago’. Fue muy popular entre los aborígenes canarios, que la aprovecharon con fines curativos, en la momificación de cadáveres, para impermeabilizar zurrones y como tinte capilar.
Los guanches también se sirvieron de los troncos para la construcción de embarcaciones y de la corteza para la fabricación de ondas, tambores, panderos, recipientes domésticos y escudos. Las hojas y raíces se usaron en cestería, cordelería o para confeccionar redes de pesca. Además, en Gran Canaria y Tenerife se fabricaron ataúdes con su corteza y yacijas funerarias con sus hojas, lo que atestigua la importancia simbólica de esta especie para la población del archipiélago.
Las propiedades tintóreas y farmacológicas de la ‘sangre de drago’ hicieron que esta especie fuese conocida en la Roma Imperial, hace ya prácticamente 2000 años. Así, Plinio, en su Historia Natural, hace referencia a esta savia y comenta que procede de las Islas Afortunadas.
Tras la conquista, el drago comenzó a explotarse para la construcción de viviendas y canales y la confección de colmenas, barriles, medidas para el grano y camas. Por su parte, la savia fue utilizada para limpiar y proteger las espadas del óxido, teñir objetos o, mezclada con látex de tabaiba dulce (Euphorbia balsamifera), como lacre para sellar cartas.
El uso de la ‘sangre de drago’ siguió extendiéndose por Europa y, al parecer, fue uno de los ingredientes con el que las damas venecianas conseguían el tinte para su famoso cabello dorado. También sirvió para curtir pieles y obtener pinturas de tonos rojos, barnices y lacas muy populares entre los lutieres.
Sus hojas también se han utilizado como forraje para el ganado y en cestería, una actividad que se ha mantenido desde épocas remotas. De su corteza, hojas o raíces se han obtenido cuerdas de gran utilidad a la hora de amarrar las viñas o ensartar el pescado. Los troncos huecos se destinaron a la confección de corchos para las colmenas y recipientes para guardar sal —en La Palma se utiliza la voz de ‘tajoque’ para referirse a estos depósitos—.
El drago ha sido usado tradicionalmente para fortalecer encías, cicatrizar heridas o úlceras sangrantes y tratar toses y catarros. También reseña que, debido a su contenido en sapogeninas y flavonoides, tiene propiedades antiinflamatorias, hemostáticas y cicatrizantes.

Esta especie figura en el Catálogo de Especies Amenazadas de Canarias con la categoría "Especie de interés para los ecosistemas canarios".
El nombre del género Dracaena procede del griego drakaina, que significa dragona o serpiente, o más bien de la expresión ‘sangre de dragón’ que recibía su savia; el epíteto draco es el vocablo latino con el que se designa el drago.

El Drago en la leyenda
Hércules matando al dragón del jardín de las Hespérides

Según la leyenda el drago está relacionado con el dragón encargado de cuidar las manzanas de oro que crecían en los árboles del Jardín de las Herpérides (a menudo situado en las Islas Canarias), ya que este dorado fruto proporcionaba inmortalidad.
Cuenta la mitología que más allá de las Columnas de Hércules (lugar que los griegos situaban en el Estrecho de Gibraltar) se encontraba el famoso Jardín de las Hespérides. Las Hespérides eran siete, vivían en la  Mauritania, aunque otras tradiciones míticas las sitúan en las Islas Canarias y cultivaban un Jardín magnífico, cuyos árboles cargados de manzanas de oro, excitaban la codicia de hombres y dioses. Estas manzanas se las había regalado Gea, la madre tierra, a Hera con motivo de su boda con Zeus. Un dragón con siete cabezas se encargaba de custodiar la preciada fruta y se hallaba en la entrada del jardín con los ojos siempre abiertos.
Euristeo le había ordenado a Hércules realizar Doce Trabajos y uno de ellos era robar las manzanas de oro. Hércules tuvo que sortear muchos peligros, pero lo peor fue enfrentarse al dragón que custodiaba el jardín. Tras una dura pelea logró matarlo y apoderarse de las manzanas de oro. Las Hespérides le advirtieron que los dioses no lo permitirían y que las manzanas volverían a su lugar. Cuando Hércules llevó las manzanas a Euristeo, le comentó la advertencia hecha por las Hespérides, por lo que el astuto Euristeo se las regaló a Hércules como premio por su valor. Este inmediatemante se las llevó a la diosa Atenea que las restituyó en su lugar.
A las Hespérides también se les da el nombre de Atlántidas o Pléyades. Todas se casaron con dioses o héroes y después de su muerte fueron colocadas en el firmamento formando la constelación de las Pléyades.
Los guanches, antiguos aborígenes de Tenerife, adoraban al drago como su espíritu protector, y le atribuían propiedades curativas, sirviéndose de su savia roja para preparar pócimas empleadas en ritos esotéricos. Creían que esta savia provenía de la sangre de los dragones, si bien en realidad, la savia es incolora y sólo al contacto con el aire y la luz adquiere tonos rojizos. El drago era un elemento totémico y a su alrededor se reunía el consejo de ancianos para administrar justicia, en nombre del dios Acorán, conmemorando también el pueblo en torno a él, las festividades religiosas.
El ilustre historiador José de Viera y Clavijo hace referencia en su Diccionario de Historia Natural de las Islas Canarias, a que la sangre de drago no sólo era empleada medicinalmente, sino también era muy solicitada para la elaboración de tintes, barnices o como forraje, usos éstos que aún hoy podrían mantener vigencia.
Este peculiar árbol fue trasladado a Europa después de la conquista de las Islas Canarias, siendo su comercialización tan importante que llegó a pagar diezmos. Algunos navegantes catalanes y portugueses solían inscribir sus nombres en los dragos (también lo hacían en los baobabs africanos) como señal de posesión y ocupación de las islas que descubrían.
Ya los romanos conocían la sangre de Drago a la que llamaban “Cinnabaris” , según Plinio, y venían en busca de ella a las islas para usarla  con fines medicinales;  pagaban elevados precios por la savia, usada por las damas romanas para hacer cosméticos. Durante la Edad Media se le atribuyó a la "sangre de drago" propiedades para combatir la lepra.
Se han hecho muchas especulaciones acerca de la edad que estos árboles pueden alcanzar. Alexander von Humboldt, uno de los primeros investigadores ilustres de las Islas Canarias, narra que un ejemplar tinerfeño de drago que se encontraba en el Valle de la Orotava (destruido por un huracán en 1867) tenía 15 metros de circunferencia y más de 6000 años de existencia, lo cual lo ubicaría como un verdadero fósil viviente.

Imagen: "Hércules matando al dragón del jardín de las Hespérides" (Rubens, Pedro Pablo y taller)
Copyright de la imagen © Museo Nacional del Prado
https://www.museodelprado.es

El "Drago Milenario" de Icod de los Vinos
Drago de Icod de los Vinos

Muchos son los dragos que ejemplifican la majestuosidad de esta especie, pero sin duda el más famoso es el ‘drago milenario’ de Icod de los Vinos, símbolo vegetal de la isla de Tenerife. Siempre se le ha adjudicado una edad milenaria, en torno a los tres mil años, pero recientes estudios hablan de edad centenaria. Mide unos 20 metros de alto y 16,40 metros de perímetro de base. Su copa es enorme, con casi 300 ramas y un peso de unas 80 toneladas. En su interior hueco, en forma de chimenea, al que se accede por una pequeña puerta, se han colocado un termómetro, un higrómetro y un ventilador para controlar la humedad.
Los campesinos del lugar auguran  el estado de las cosechas por la flor del árbol, ya que estos árboles actúan como auténticos relojes biológicos. Cuando florece por el sur, el invierno será lluvioso en la costa. Si lo hace por el norte, sólo lloverá en la montaña. En cambio, cuando florece toda la copa las lluvias serán generalizadas. En el año 1995 produjo una floración espectacular, pues las flores hicieron aumentar su peso en 2’7 toneladas, de donde nacieron decenas de miles de semillas. Esta floración estival anunció el final de uno de los peores períodos de sequía que se han conocido en Tenerife.  

El Parque del Drago  
Actualmente está rodeado de un hermoso parque, El Parque del Drago, que se encuentra alrededor del importante conjunto patrimonial histórico-artístico de Icod.  Tiene una extensión superior a las tres hectáreas  y está repleto de  plantas auctóctonas de nuestras islas. A lo largo de su recorrido se muestran los diferentes pisos bioclimáticos de  Tenerife, así como una huerta de plantas medicinales canarias, además de varias zonas  etnográficas que representan diversas tradiciones de Icod de los Vinos. Desde  el barranco de Caforiño se inicia un recorrido a través de espacios de laurisilva hasta llegar a la visión del Drago con el Teide de fondo. Después los diferentes caminos llevan a los distintos rincones del Parque. Un pequeño puente une las riberas de los citados barrancos.

Dragos monumentales de Tenerife
Drago de San Francisco (Los Realejos)

Tenerife es la isla que concentra el mayor número de pies monumentales, empezando por el famoso drago de Icod, localidad donde también se yergue el de San Antonio. En La Laguna destacan el histórico drago del Seminario (actualmente en muy mal estado), el de Cho Marcos Ratón en Tejina, el de Valle Tabares y el de la ermita de San Miguel en Valle Guerra. En Los Realejos los de San Francisco y Siete Fuentes, ambos muy hermosos. En Tacoronte, el drago de San Juan (con 23 periodos florales, los mismos que el de Icod), el de Don Lucio, el del Cubano y el deteriorado drago del Cristo, a la salida del casco urbano. En Tegueste, el de Montaña Los Dragos y el del Prebendado Pacheco. En Güímar, los dragos de La Raya y del Buen Retiro. En Santa Cruz, el drago del Cura en Taganana; en el Sauzal, el de la Sierva de Dios; en Puerto de la Cruz, el del Sitio Litre; en Buenavista del Norte, el drago de la Hacienda del Conde; y en Guía de Isora, el de Chiguergue. Otros pies notables son: el del barranco Agua de Dios, el del Camino de Las Peras, el del patio de la antigua Casa Izquierdo, el de la Plaza de la Concepción y el de la finca de San Francisco, en La Laguna; los dragos de La Quinta, en la entrada de la antigua vivienda de Jorge Víctor Pérez, en Santa Úrsula; los de La Dehesa, La Mocana y la Candelaria del Lomo, en La Orotava; el del acantilado de La Paz, en Puerto de la Cruz; el de Buen Paso, en Icod; el de la Culata, en Garachico; y el del colegio Nazaret, en Güímar. En fechas
recientes han desaparecido algunos ejemplares distinguidos, como el drago de San Bartolomé de Geneto (víctima de la especulación urbanística) y el de la calle del Agua (hoy de Nava y Grimón), ambos en La Laguna, y el del antiguo Hotel Pino de Oro en Santa Cruz.

Los Dragos de Los Realejos
Los Realejos ha sido premiado por la naturaleza, por la gran variedad y cantidad que de estos árboles ha ubicado en su entorno. Podemos destacar por su longevidad y belleza los dragos de San Francisco en el Realejo Bajo y el de Sietefuentes en San Agustín, ejemplares de gran porte con varios cientos de años de antigüedad cada uno; los dragos gemelos del Realejo Bajo; el drago de la Rambla del Mar, que sobresale por encima del manto verde de las plataneras, en una imagen espectacular de la costa realejera; los dragos de Tigaiga, de aspecto silvestre y vocación de gemelos; el de la Rambla de Castro, un bello ejemplar que emerge de entre el famoso palmeral.
El drago de San Francisco, situado en un altozano donde confluyen las calles del Medio y Cruz Verde es, después del de Icod de los Vinos, el más bello de las Islas. De él han dicho viajeros y escritores de otras épocas que “su aspecto es extraño, se diría el de un enorme candelabro soportando un bosque de yucas. Es ciertamente, uno de los vegetales más raros de la creación y muchos han creído ver bajo su envoltura, la imagen del dragón de la fábula, guardián de las manzanas de oro del Jardín de las Hespérides".

Dragos silvestres en Tenerife
Drago de Rambla del Mar

Conforme a los datos del Atlas y Libro Rojo de la Flora Vascular Amenazada de España (2003), la población estimada en Tenerife es de 696 individuos. En dicho estudio se excluyeron las áreas potenciales más antropizadas y urbanizadas: valle de Güímar, área metropolitana de Santa Cruz-La Laguna, comarca de Tacoronte-Acentejo, valle de La Orotava y comarca de Icod.
En general habita en ambientes influenciados directa o indirectamente por los alisios, en lugares frecuentemente inaccesibles o de difícil acceso, en riscos, acantilados, laderas de barrancos, etc., conviviendo con diversas especies termoesclerófilas, xerófilas y rupícolas. Su óptimo altitudinal se sitúa en la franja de vegetación termófila y la orla superior del cardonal-tabaibal, entre 100 y 600 metros, aunque con cotas extremas que abarcan desde 30 hasta 975 metros. Sus poblaciones, reducidas y fragmentadas, se localizan casi enteramente en las zonas geológicas más antiguas de la isla: los macizos de Anaga (en el noreste), Teno (al noroeste) y Adeje (suroeste).
Anaga constituye el área principal, con un total de 445 ejemplares contabilizados en su mayoría en la vertiente norte del macizo. Las mejores muestras se encuentran en el barranco de Taborno, Roque de Tierra, Roque de las Ánimas-Roque de Enmedio, barranco de Igueste, Roque del Aderno-Montaña Tafada, barranco de Afur-Cañada de la Pesquería, barranco del Río-Aguaide-Chinamada, y Benijo-El Draguillo. También aparecen en el barranco de Vargas y en los cantiles de Bajamar hacia Punta del Hidalgo, entre el Roque Dos Hermanos y Punta de Tamadite, en el barranco Seco, Roque del Paso, Roque Marrubial, Taganana (Azanos), Las Palmas, barranco de Roque Bermejo-Chamorga, Montaña de Las Toscas (Antequera) y barranco del Balayo.
En Teno se han registrado 84 pies vegetando en los paleocantiles de la isla baja entre Buenavista del Norte y Los Silos (Cecilia, Ravelo), así como en el barranco de los Cochinos, el barranco de Blas, los riscos de Interián y en menor medida en Masca y otros barrancos aledaños, donde perviven algunos ejemplares dispersos. En el macizo de Adeje se concentran en el barranco del Infierno y en el contiguo barranco del Agua, con una población estimada de 161 individuos enraizados en los escarpes de ambos cauces, mientras que en el cercano barranco del Rey crece un único pie. Fuera de estos núcleos principales sobreviven tres dragos en el barranco de Badajoz en Güímar y otros dos en el barranco de Guaría, en Guía de Isora.

Los dragonales
Este término se refiere a una posible formación vegetal dominada por dragos (Dracaena spp.), que tal vez pudo haber existido en el pasado en Canarias, pero que en todo caso no aparece en la actualidad, pues el famoso dragonal de Buracas en Las Tricias (La Palma) tiene un reconocido origen antropogénico. Los dragos naturales que quedan en Canarias son muy escasos  y  apenas  están  presentes  en  los  riscos  más  inaccesibles de Anaga, Teno, Güímar, Arona, Adeje  y  Guía  de  Isora  en Tenerife  (D. draco)  o  del  sur  de  Gran  Canaria  (D.tamaranae)(Almeida, 2003), al igual que ocurre en otras islas macaronésicas (São Jorge, Madeira, Santo Antão, São Nicolau o Fogo). Sin embargo, el rodal de dragos que pervive en la cima del Roque de Tierra de Anaga, a 190 m de altitud y fuera del alcance de las cabras, integrado por unos 30 a 50 individuos adultos, nos hace pensar que esta formación pudo existir, e incluso ser abundante en el pasado, antes de la colonización de las Islas Canarias por los humanos. Una situación similar a la descrita se da en otros enclaves de Anaga, sobre todo en el roque de Las Ánimas (Taganana) y el barranco de Taborno,donde  hay  varias  decenas  de  ejemplares  en  los  riscos.  Tal vez futuras investigaciones puedan ofrecer más luz acerca de si existieron o no dragonales naturales en Canarias.

Citas y créditos

FERNÁNDEZ PALACIOS, J.M. et al., eds.2008. Los Bosques Termófilos de Canarias. Proyecto  LIFE04/NAT/ES/000064. Excmo.Cabildo Insular de Tenerife.
Arbolapp Canarias (CSIC/FECYT) http://www.arbolappcanarias.es/especies/ficha/dracaena-draco/
Jardín Canario "Viera y Clavijo" http://www.jardincanario.org/web/viera-y-clavijo/-/especie-dracaena-draco-l-l-
Gobierno de Canarias http://www3.gobiernodecanarias.org/medusa/ecoescuela/biodiversidad/2016/09/21/programa-sega-2015-el-drago-dracaena-draco-l/
http://www3.gobiernodecanarias.org/medusa/ecoescuela/recursosdigitales/files/formidable/IA3_drago.pdf
http://www.biodiversidadcanarias.es/atlantis/common/index.jsf
http://www.rinconesdelatlantico.es/num6/lector.php?id=142

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El Drago de Icod de los Vinos
El Drago de Icod